Reconozco que he caído, y las tengo, aunque aún me faltan colores.
La fiebre del rosario está en auge, desde que Shakira meneaba la cadera a ritmo de Waka Waka con la muñeca llena de cruces y Sara Carbonero, besaba a Iker Casillas en la final del mundial, con las mismas.
Sin duda ella recitaba los Misterios Gloriosos, a mí, no me queda más remedio por el momento que recitar los Dolorosos.
No hay quinceañera que se resista a pretender ser como ellas.
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